Cuando rescatamos a Elsita, tras 2 años de abandono, no fue precisamente fácil manipularla: La mordida estaba asegurada. En casa observábamos que gruñía si te acercabas mucho y no toleraba el contacto. De hecho, colocarle el arnés suponía una auténtica persecución.

Tuvimos que armarnos de paciencia, darle mucho espacio, ser prudentes y usar la vara de contacto, al igual que hicimos con Tico en 2017. Esta fórmula, junto al gran poder que ejerce estar en manada (nuestros Chispi y Bea), hizo que Elsa poco a poco empezara a confiar en nosotros. El cambio no tardó en llegar y en el siguiente vídeo podéis ver un resumen de los hitos más importantes conseguidos.

Elsa pasó de ser una «cocodrilo», a la que tenías que manejar con guantes, a una dulce princesa.

ESTA HA SIDO SU EVOLUCIÓN

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